Lo primero es que como con todos los alimentos, las
vísceras son especialmente de los que hay que aprender a comer, a partir de la
buena disposición para hacerlo. Nuestras mujeres y niños, muy selectivos sin
razón, en cuanto a comidas se refiere, no son muy aficionados a ellas, el
resultado es una menor oportunidad para aprender a comerlas.
Quizás la razón más importante por lo que han perdido popularidad, sea porque por su contenido de colesterol ha hecho que para la mayoría de los nutricionistas las hayan convertido, sin razón, en una especie de anatema (maldición) y aun para algunos podrían ser fuente de transmisión de algunas enfermedades por lo que, dicen entonces, no vale la pena considerarlas como opción alimenticia.
Hay, por último, un factor subjetivo. Nuestra dieta
se ha hecho cada día más norteamericanizada y el norteamericano nunca ha sido
muy amante de vísceras, al contrario del europeo, especialmente el mediterráneo
que las consume frecuentemente siendo el ingrediente principal de excelentes
platos regionales de su dieta, que en buena parte era la nuestra,
caracterizada, además, por la variedad y además hoy el venezolano ha reducido
considerablemente el número de platos e ingredientes que utiliza periódicamente
en su dieta corriente.
Por mi parte, considero que, consumidas
moderadamente, son una excelente opción gastronómica y nutricional y en algunos
casos aportan elementos muy útiles para la alimentación humana, no habiendo una
razón absolutamente valedera para desterrarlas de nuestra dieta. Las vísceras
son consideradas generalmente como piezas secundarias, aunque dan origen a platos
regionales y populares muchas veces deliciosos. Entre ellos podemos citar las
más usuales: hígado, corazón, riñón, tuétano o médula, sesos, lengua, molleja o
timo, (de res), tripa o panza, chinchurria o intestino, testículos, algunos
incluyen también como vísceras la cola, las patas, orejas, trompa, etcétera,
aunque las cabezas de res y de cochino son consideradas carnes.
En cuanto a los menudos de pollo, los más comunes entre nosotros son los hígado de pollo y las mollejas de pollo. En Italia son comunes además las crestas y testículos del gallo, ambos considerados una exquisitez. Los hígados y las mollejas de pollo, permiten preparaciones muy variadas y de buen sabor, además de ofrecer texturas diferentes para algunos muy apreciadas, muy suave en el caso de los hígados y un poco dura y elástica en el caso de las mollejas. Los hígados son muy usados en la preparación de terrinas y patés y en rellenos de pavos y otras aves.
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