martes, 24 de enero de 2012

LOS TRANSGÉNICOS EN VENEZUELA

El uso de los cultivos transgénicos en Venezuela data de unos cuantos años atrás, lo que ha evidenciado una histórica irresponsabilidad por parte de ministros, juntas agrícolas, profesionales diversos, investigadores, empresarios agroalimentarios, distribuidores de insumos agrícolas y grandes productores, quienes no se han preocupado por avanzar en el desarrollo del conocimiento científico agrícola para generar políticas agroalimentarias más sanas y acordes con nuestras realidades agroecológicas.

El Presidente Chávez le dice NO a los transgénicos en la Política Agroalimentaria en Venezuela

El presidente Hugo R. Chávez Frías se ha pronunciado en contra de los alimentos transgénicos desde 2004, cuando anuló los contratos de pollos transgénicos SADIAS, provenientes de Brasil, destinados a la Misión MERCAL. Refiriéndose críticamente al ALCA, en 2005, advirtió del peligro que los transgénicos representan para los agricultores de Centroamérica y Suramérica, que no pueden competir con los productores de maíz transgénico subsidiado de los Estados Unidos. En 2006 y 2007, Chávez vuelve a pronunciarse contra los agroquímicos y los transgénicos, y en 2008, como alternativa a estos últimos, lanza un plan de «Cosecha Segura», que contempla el aumento de subsidios y la condonación de la deuda a miles de medianos y pequeños productores de maíz blanco, arroz, sorgo, soja, girasol y café.

Estos pronunciamientos del Presidente Hugo Chávez en contra de los transgénicos obedecen a varias posturas:

1. La primera, sustentada en la ética, los valores y principios revolucionarios. Es decir, no se puede permitir que el pueblo venezolano continúe envenenándose progresivamente a través de la comida, por respetar el derecho creado por las transnacionales de los agroquímicos a enriquecerse aún a costa de la salud y la vida de nuestros pueblos.

2. La segunda radica en la defensa de la soberanía, al no aceptar que sean las transnacionales del envenenamiento progresivo, quienes orienten e impongan los lineamientos estratégicos de nuestra política agroalimentaria. no pueden continuar las contradicciones y miedos expresados en la conducta ejecutorias de los dirigentes agroalimentarios nacionales, quienes tienen la responsabilidad de trazar esa política.

3. La tercera se ubica en el campo de la solidaridad entre los pueblos que luchan por encontrar caminos de dignidad, apoyándose en el trabajo, en la cooperación mutua, en la investigación participativa campesina y el desarrollo tecnológico que no agreda a la naturaleza, que preserva la vida del planeta partiendo de la semilla. La semilla es clave, es la prioridad A1 en la elaboración de una política agroalimentaria orientada a la defensa de la vida y la soberanía; de allí la necesidad de crear bancos de semilla como los nuevos frentes de la resistencia agroalimentaria.

El Movimiento Internacional Campesino Agroecoloógico tiene la respuesta, esa es la alianza necesaria para fortalecer nuestros campos y estamos seguros de que esta singular connotación vendría a despertar en el Movimiento Campesino Nacional Venezolano, la posibilidad real de comprender y poder de asumir la propuesta de la agroecología, por cuanto estas semillas agroecológicas necesariamente tienen que tener un manejo agroecológico del suelo y apoyarse en los insumos biológicos por producir e incorporar en la propuestas de siembra. Es decir, cambiar la estructura tecnocrática agrícola venezolana para conducir una originaria revolución en el campo.

4. Por no decir la última posición y no ser menos importante que las esbozadas, el NO del Presidente Chávez, tiene que ver con el genuino proceso revolucionario: la puesta en marcha y la consolidación de las distintas misiones que afanosamente buscan institucionalizarse para crear y conformar unas nuevas formas de relaciones sociales de producción, particularmente en el agro venezolano y poder avanzar en la construcción de una economía social como parte de una nueva economía propia. En tal contexto la Misión Vuelvan Caras orientada a superar la inclusión social a través de la diversificación productiva, tiene como meta en su frente agrícola, agrupar a 600.000 personas de manera organizada, cooperativizada en nuevas formas de organización social de la producción. Se trata de pequeños productores excluidos cuya dimensión de producción no justifica científica y técnicamente la utilización de agroquímicos, ni transgénicos, lo cual ha de seguir contribuyendo al deterioro de los recursos suelo, agua y biodiversidad.

Este accionar histórico e irreverente se solidariza con la de los tantos pueblos del África, que desde la Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable realizada en Sudáfrica, junto con el movimiento antiglobalizador, rechazaron una vez más los cultivos transgénicos como chantaje a las ayudas humanitarias alimentarias propiciadas por la Organización Mundial de Comercio. Esta acción fue respaldada en el Foro Mundial de Porto Alegre, que con la indetenible sentencia de “otro mundo es posible” se hizo eco de una de las reivindicaciones mundiales: que las semillas sean declaradas patrimonio de la humanidad y que sean conservadas en su integralidad por las comunidades. campesinas.

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