El
uso de los cultivos transgénicos en Venezuela data de unos cuantos años atrás,
lo que ha evidenciado una histórica irresponsabilidad por parte de ministros,
juntas agrícolas, profesionales diversos, investigadores, empresarios
agroalimentarios, distribuidores de insumos agrícolas y grandes productores,
quienes no se han preocupado por avanzar en el desarrollo del conocimiento
científico agrícola para generar políticas agroalimentarias más sanas y acordes
con nuestras realidades agroecológicas.
El Presidente Chávez le dice NO a los
transgénicos en la Política Agroalimentaria
en Venezuela
El
presidente Hugo R. Chávez Frías se ha pronunciado en contra de los alimentos
transgénicos desde 2004, cuando anuló los contratos de pollos transgénicos SADIAS,
provenientes de Brasil, destinados a la Misión MERCAL. Refiriéndose
críticamente al ALCA, en 2005, advirtió del peligro que los transgénicos
representan para los agricultores de Centroamérica y Suramérica, que no pueden
competir con los productores de maíz transgénico subsidiado de los Estados
Unidos. En 2006 y 2007, Chávez vuelve a pronunciarse contra los agroquímicos y
los transgénicos, y en 2008, como alternativa a estos últimos, lanza un plan de
«Cosecha Segura», que contempla el aumento de subsidios y la condonación de la
deuda a miles de medianos y pequeños productores de maíz blanco, arroz, sorgo, soja,
girasol y café.
Estos
pronunciamientos del Presidente Hugo Chávez en contra de los transgénicos obedecen
a varias posturas:
1.
La primera, sustentada en la ética, los valores y principios revolucionarios.
Es decir, no se puede permitir que el pueblo venezolano continúe envenenándose
progresivamente a través de la comida, por respetar el derecho creado por las
transnacionales de los agroquímicos a enriquecerse aún a costa de la salud y la
vida de nuestros pueblos.
2.
La segunda radica en la defensa de la soberanía, al no aceptar que sean las
transnacionales del envenenamiento progresivo, quienes orienten e impongan los
lineamientos estratégicos de nuestra política agroalimentaria. no pueden
continuar las contradicciones y miedos expresados en la conducta ejecutorias de
los dirigentes agroalimentarios nacionales, quienes tienen la responsabilidad
de trazar esa política.
3.
La tercera se ubica en el campo de la solidaridad entre los pueblos que luchan
por encontrar caminos de dignidad, apoyándose en el trabajo, en la cooperación
mutua, en la investigación participativa campesina y el desarrollo tecnológico
que no agreda a la naturaleza, que preserva la vida del planeta partiendo de la
semilla. La semilla es clave, es la prioridad A1 en la elaboración de una
política agroalimentaria orientada a la defensa de la vida y la soberanía; de
allí la necesidad de crear bancos de semilla como los nuevos frentes de la resistencia
agroalimentaria.
El
Movimiento Internacional Campesino Agroecoloógico tiene la respuesta, esa es la
alianza necesaria para fortalecer nuestros campos y estamos seguros de que esta
singular connotación vendría a despertar en el Movimiento Campesino Nacional
Venezolano, la posibilidad real de comprender y poder de asumir la propuesta de
la agroecología, por cuanto estas semillas agroecológicas necesariamente tienen
que tener un manejo agroecológico del suelo y apoyarse en los insumos
biológicos por producir e incorporar en la propuestas de siembra. Es decir,
cambiar la estructura tecnocrática agrícola venezolana para conducir una
originaria revolución en el campo.
4.
Por no decir la última posición y no ser menos importante que las esbozadas, el
NO del Presidente Chávez, tiene que ver con el genuino proceso revolucionario:
la puesta en marcha y la consolidación de las distintas misiones que
afanosamente buscan institucionalizarse para crear y conformar unas nuevas
formas de relaciones sociales de producción, particularmente en el agro
venezolano y poder avanzar en la construcción de una economía social como parte
de una nueva economía propia. En tal contexto la Misión
Vuelvan Caras
orientada a superar la inclusión social a través de la diversificación
productiva, tiene como meta en su frente agrícola, agrupar a 600.000 personas
de manera organizada, cooperativizada en nuevas formas de organización social
de la producción. Se trata de pequeños productores excluidos cuya dimensión de
producción no justifica científica y técnicamente la utilización de
agroquímicos, ni transgénicos, lo cual ha de seguir contribuyendo al deterioro
de los recursos suelo, agua y biodiversidad.
Este
accionar histórico e irreverente se solidariza con la de los tantos pueblos del
África, que desde la
Cumbre Mundial de Desarrollo Sustentable realizada en
Sudáfrica, junto con el movimiento antiglobalizador, rechazaron una vez más los
cultivos transgénicos como chantaje a las ayudas humanitarias alimentarias
propiciadas por la
Organización Mundial de Comercio. Esta acción fue respaldada
en el Foro Mundial de Porto Alegre, que con la indetenible sentencia de “otro
mundo es posible” se hizo eco de una de las reivindicaciones mundiales: que las
semillas sean declaradas patrimonio de la humanidad y que sean conservadas en
su integralidad por las comunidades. campesinas.
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